Y cuenta cómo creó este espacio, el por qué de su nombre y cuáles son sus aspiraciones
El nombre del centro cultural ubicado en Gonzalo Ramírez 1826 es asociado —por algunas personas— con una conocida marca de taladros. Hieronymus Bosch es un nombre que muchos pueden desconocer. El Bosco, pintor holandés del siglo XV y principios del XVI, puede resultar más familiar para algunos. “Se cambiaba el nombre y se hacía llamar Hyeronimus Van Bosch para que lo dejaran entrar a las cortes inglesas u holandesas. Le daba como cierta alcurnia. Se hacía ver”, dice el director del espacio, el actor, docente y director teatral Juan Pablo Moreno. Hieronymus era muy difícil de pronunciar, entonces decidió simplificarlo: Centro Cultural H. Bosch.
La obra del pintor le llegó a Moreno luego de representar su primera obra a nivel profesional en 2007: El pánico, de Rafael Spregelburd. Este dramaturgo argentino tiene una heptalogía de obras que hacen referencia a la Mesa de los pecados capitales de El Bosco. En ellas el autor muta los siete pecados y mezcla el teatro convencional con un hecho actual, que en El pánico es la crisis del año 2001 que luego llegó a Uruguay.
El centro cultural lo creó junto a su ex mujer —profesora de danza— con un claro objetivo. “La idea fue crear un espacio donde el actor empiece a ganar”, sintetiza. Moreno cuenta que en las salas convencionales les cobraban un fijo bastante alto y se quedaban con la mayor parte de la ganancia. “Acá se cobra un porcentaje mínimo para tratar de difundir lo que hacen los actores, y no se cobra fijo”, agrega.
A su vez, el director del espacio dice que tener una sala propia permite desarrollar más la creatividad; allí pudo realizar Vestuario de mujeres, obra del argentino Javier Daulte que hacía años tenía en mente. El espectáculo requería escenificar un vestuario con sus duchas, cosa que en otros teatros era imposible. En esta nueva sala, Moreno — gracias a sus conocimientos arquitectónicos— se encargó de subir el tanque de agua de la casa para que ésta llegase con más potencia a las duchas del vestuario que armó en el fondo de la sala.
Moreno afirma que le gusta hacer las cosas a él; “Así se formó el teatro uruguayo. El teatro uruguayo independiente era gente que laburaba ocho o nueve horas y que después salían a crear y a buscar eso”, argumenta, y recuerda anécdotas acerca del Teatro del Pueblo que le contó Rubén Yáñez. “Hacían las luces con latas de pintura y un portalámparas”, dice. Y agrega: “Ahora todo está más servido, y la gente no trabaja desde la creatividad, trabaja desde el dinero”.
La nominación a los premios Florencio 2012 como mejor elenco por la obra Tercer cuerpo —del también argentino Claudio Tolcachir—, los llenó de alegría. Este halago parece darle la razón al director teatral en cuanto a una de sus mayores premisas. “Teatralmente lo que progresa o lo que mantiene cierta vigencia se debe a los elencos. Para mí es muy importante tener un elenco estable”.
Asimismo, dice que trabaja con textos de la nueva dramaturgia argentina porque los autores viven y cuentan las cosas desde un lugar parecido, cosa que no sucede con los clásicos autores europeos o norteamericanos.
Moreno aspira a que el espacio se “mantenga solo”, a través de auspiciantes o de algún fondo, y desea dos cosas: “Me gustaría que fuese como una escuela pública, pero que no por eso se baje la calidad. Y después quiero que acá haya un conjunto de espectáculos donde sean referencia los alumnos. O sea, que el alumno que empezó acá, que estudió acá, tenga su espectáculo acá también”.
Se hace camino…
El lugar funciona desde 2010, pero recién en julio de 2012 lograron conseguir habilitarlo como sala teatral, debido a un año y medio de trámites burocráticos. Sin embargo, este sueño y la relación de Moreno con el teatro llevan más de una década de recorrido.
Al promediar los años 90, a sus 16 o 17 años, ingresó al taller que daba el director Carlos Aguilera en el club Biguá. Luego de un tiempo el docente le delegó algunos talleres. De ellos comenzó a egresar gente con la que el nuevo docente formó elencos. En 2004 hicieron su primera obra, La cantante calva. En 2009, luego de la muerte de Aguilera, Moreno decidió emprender un nuevo camino junto a su elenco.
Primero estuvieron en Patio Biarritz (21 de Setiembre 3015), hasta que se demolió para construir un edificio. Moreno y su ex mujer comenzaron a buscar un lugar para instalar el centro cultural que anhelaban. En 2010 encontraron esta casona, a medio camino entre el barrio Palermo y Parque Rodó. Allí comenzaron con el centro, que también era su vivienda. Actualmente sólo Moreno es el encargado del Centro Cultural H. Bosch, aunque cuenta que algunos actores del elenco se comprometieron y lo ayudan.
La sala teatral tiene una capacidad máxima de 80 personas, y cuenta con aire acondicionado. El centro tiene además tres salones de unos 30 metros cuadrados cada uno. En el espacio se dan clases y talleres de teatro, improvisación de teatro; flamenco, tango, danza contemporánea, danza del vientre, folclore y biodanza; canto folclórico, canto lírico, piano y guitarra. Los costos son accesibles.
Daniel Tapia